«Me decido a tararearte, todo lo que se te extraña». Me gustaría ser, como Don Juan, un personaje absurdo que rechaza esa otra forma de la esperanza que es la añoranza: para descubrir una manera de ser que me libere; para no tener por ustedes (como él tuvo para con todas sus mujeres) más que un amor generoso que se sepa al mismo tiempo pasajero y singular, sin que se adorne con las ilusiones de lo eterno; para no tener un corazón seco, apartado del mundo; para que mi sentimiento no sea devorado sólo por sus seres, por sus rostros. Pero, lamentablemente, no lo soy. ¿O debiera decir afortunadamente?, ¿quién sabe? Tal vez algún día tenga las tablas para saber si mi elección del suicidio espiritual por encima del suicidio a secas fue lo más adecuado. Lo cierto es que hoy me encuentro aquí, ante su tumba, pensando en el momento en que por fin llegue a ocupar ese lugarcito que está entre ustedes y me pregunto: «¿cómo sabrá la cerveza que el sepulturero se beberá cuando acabe de darme abrigo?».
Nonatí, me conforta que ya no estás sola. Él está a tu lado, a una distancia prudente ¡claro! (por si las moscas). El día que lo trajimos aquí contigo, le recomendamos algunas canciones que debía cantarte en la noche para que te arrullara. ¿Ha seguido nuestros consejos? Espero que sí. Que tu noche esté llena de esas grandes letras que tantas emociones te causaron: Gema (para recordar una antigua serenata que te conquistó); Indita mía (como solía cantarte en sus noches bohemias); Aquél amor (que tantas veces entonamos en nuestros viajes hacia acá); Cuando dos almas (como para revivir lo aspirado en vida); Destino cruel (porque tú también disfrutaste de tus borracheras); Hace un año (porque hacían un buen dueto, tanto en el canto, como en la vida); Cruz de olvido (porque con el atardecer nos fuimos de aquí y nos fuimos sin ustedes); y ¡por supuesto!, no puede faltar, El sinaloense (para que te pongas a bailar, como solías hacerlo conmigo).
Don Crispín, fue duro verte reducido a huesos aquél día. Acaricié tu frente tratando de reconstruir tu rostro, aquellas arrugas en la frente que tanto te caracterizaron y que tanto quise (y quiero). El pelo te creció, lo supe por tu barba. Además, se te decoloró, lo tenías más güero de lo que solías tenerlo, y ¡no tenías canas! Espero que tu mujer haya seguido nuestros consejos y no te pelee (tanto). ¡Qué chido que están juntos! Tu niña ya creció, pero sigue queriéndote y extrañándote como siempre: un buen.
Sé que ya no están aquí, o mejor dicho, que están en todos lados, y no sólo aquí, pero de cualquier forma, me aferro a pensar que las cosas pueden ser de alguna manera incomprensibles, y que, por más que no lo crea, están aquí, y que se pusieron contentos por la visita. Espérenme, ya les vendré a hacer compañía, sin necesidad de saltarme la barda.
La gorda del perro
Nonatí, me conforta que ya no estás sola. Él está a tu lado, a una distancia prudente ¡claro! (por si las moscas). El día que lo trajimos aquí contigo, le recomendamos algunas canciones que debía cantarte en la noche para que te arrullara. ¿Ha seguido nuestros consejos? Espero que sí. Que tu noche esté llena de esas grandes letras que tantas emociones te causaron: Gema (para recordar una antigua serenata que te conquistó); Indita mía (como solía cantarte en sus noches bohemias); Aquél amor (que tantas veces entonamos en nuestros viajes hacia acá); Cuando dos almas (como para revivir lo aspirado en vida); Destino cruel (porque tú también disfrutaste de tus borracheras); Hace un año (porque hacían un buen dueto, tanto en el canto, como en la vida); Cruz de olvido (porque con el atardecer nos fuimos de aquí y nos fuimos sin ustedes); y ¡por supuesto!, no puede faltar, El sinaloense (para que te pongas a bailar, como solías hacerlo conmigo).
Don Crispín, fue duro verte reducido a huesos aquél día. Acaricié tu frente tratando de reconstruir tu rostro, aquellas arrugas en la frente que tanto te caracterizaron y que tanto quise (y quiero). El pelo te creció, lo supe por tu barba. Además, se te decoloró, lo tenías más güero de lo que solías tenerlo, y ¡no tenías canas! Espero que tu mujer haya seguido nuestros consejos y no te pelee (tanto). ¡Qué chido que están juntos! Tu niña ya creció, pero sigue queriéndote y extrañándote como siempre: un buen.
Sé que ya no están aquí, o mejor dicho, que están en todos lados, y no sólo aquí, pero de cualquier forma, me aferro a pensar que las cosas pueden ser de alguna manera incomprensibles, y que, por más que no lo crea, están aquí, y que se pusieron contentos por la visita. Espérenme, ya les vendré a hacer compañía, sin necesidad de saltarme la barda.
La gorda del perro
10 comentarios:
Gorda del perro, ¡JA!, ¿de dónde?
Oiga doña Juana, pero ¿acaso quiere ser egoísta como ese señor que mienta?
P.D. Ya estuvo con el Silvio, ya fue mucho, ¿no le parece?
Maldito filósofo gacho, ya sabes que el Silvio es mi gurú, ¿qué te traes con él? Tranquilo, ¿eh? Y con respecto a Don Juan, yo prefiero pensarlo (antes que como un egoísta) como un sabio señor absurdo.
Kin ok zeppa
Estimadísima doña Zihuatl:
A veces me gustaría sólo decile: "chalee", con todo lo que dicha frase implica.
Por la honda importancia que les da, me imagino a sus padres y quisiera saber que piensan sobre usted. Sabe, todo mundo sufrimos por algo, somos insatisfechos por naturaleza, sin embargo, va de insatisfacciones a insatisfacciones. El ritual del embeleso y sacrificio que expresa y que se que practica, suicidio espiritual diría usted, es tan trágico como la pérdida misma aun tratándose de lo que más ama.
Utilizando una frase de Hermann Hesse, Se que usted nunca será un cordero bonachón de esos que forman el gran rebaño, sin embargo, que difícil es no serlo verdad?, chale :-(
P.D. Mas bien, quisiera tener el poder de traerle a sus padres nuevamente. Como eso no puede ser, tal vez sea más fácil lo contrario.
Eso explicaría muchas cosas...
Cherto, muy cherto mi buen leprosario: el suicidio espiritual es tan trágico como la pérdida misma (y yo diría tan patético también). Por eso me gustaría ser tan absurda como Don Juan. Así, por lo menos, pondría los pies en la tierra y dejaría de soñar con la ilusión de lo eterno.
P.D. Eso siempre me ha quedado claro, puede usted jurarlo, y, ante ello, sólo puedo decirle: Gracias mil...
una chela?
A veces hasta te desconozco leprosario, pero me caes bien
Atte. Mi medianoche es también mi mediodía
Medianoche, está chido ese juego de ponerse a distancia y desconocerse. Lo bueno es que ambos son borrachos, je.
Zihualt:
Tu servilleta como siempre difiriendo de tu forma de pensar. A tu amigo el Leprosario le diría que él no tiene el poder de traerte de nuevo a tus viejos, pero hay otro que sí. Y que esa es una de sus promesas que está por cumplir. Si tan solo voltearas un poco tu mirada hacia El, le encontrarias un mejor sentido a tu vida. El nos proveé de todo lo que necesitamos simplemente con pedirselo. Pero como vas a poner fe en El si no lo conoces.
Antes de pensar en el final, cominza a vivir.
Yo ero:
Me late mucho encontrar a gente que, como tú, difiere de mi forma de pensar, porque sus argumentos me ayudan a criticar las pocas y débiles certezas que voy teniendo.
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que ningún ser humano tiene el poder de traermelos de vuelta, al menos de la misma forma en que los conocí, y sí, como bien lo dices, tampoco creo que Él lo haga (quizá porque, como afirmas, nadie me ha presentado a tan poderoso señor). Definitivamente considero que nadie me puede echar una mano con eso.
No obstante, sí confío en mí, y sé que alguna vez podré darle sentido a mi vida; aunque no sea LA mejor manera de hacerlo, por lo menos será la que más me acomode a mí. Estoy trabajando en ello. Gracias por pensar en mí.
Besos...
Publicar un comentario