Como saben, me encanta la rola del Silvio Sueño con serpientes. La letra habla de un sueño del Silvio acerca de unas serpientes de mar, una de las cuales lo quiere tragar, él la mata, pero le aparece otra mayor. Siempre que la escucho me hace pensar en una de mis serpientes personales: la depresión. Y es que este monstruo actúa de la misma manera que la serpiente marina contra la que el Silvio lucha en su sueño. Todos los días de mi vida me debato con ella, no quiero que me trague. En muchas ocasiones la venzo, la mato, pero a la siguiente vez, ella resurge con mayor fuerza. Así que mi vida transcurre como en un juego que los mexicanos conocemos como Serpientes y escaleras. Cuando la serpiente me traga, me hace descender a las profundidades, me hace caer muy bajo; pero cuando mi voluntad le gana, cuando la asesino, es como encontrarme con una escalera en el camino, que me lleva de nuevo a la cima. ¡Ah!, qué trancazos nos damos.
El problema que yo misma le veo a esa lectura es que trato a la serpiente —depresión—, como un ser que tiene vida propia, que me trasciende. Sé que no es así. Sé que es una creación mía y que su fuerza la obtiene de mí misma. Cuánta razón tenía el Marx cuando hablaba de la alienación a la que nos sometemos todos los seres humanos, que vamos creando cosas a las que luego nos sometemos cual si fuésemos sus esclavos. El problema es que no basta saber que así son las cosas para cambiarlas. La prueba es que Marx denunció ese hecho hace más de dos siglos, y el capitalismo sigue viento en popa, creando a sus autómatas que se esclavizan a las cosas materiales. ¿Qué se requiere para cambiar tal estado de cosas?, ¿es sólo cuestión de voluntad? No lo creo. No somos entes aislados y en completa libertad. Estamos inmersos en un mundo de reglas que nos trascienden y nos limitan. No sólo en nuestras acciones, sino también en lo que se supone tenemos de más individual: nuestros pensamientos y sentimientos. Pero tampoco somos plumitas que se mueven al ritmo que soplan los vientos sociales. Somos —en nuestra calidad de actores— los constructores de esas reglas, pero además, muchas veces creamos cárceles adicionales a las que se nos imponen desde “fuera”. Nos volvemos presos de nuestras propias cabezas. Entonces, ¿cómo conseguimos romper las cadenas? Papá Freud nos ofreció una alternativa que hoy en día, merced a los juegos políticos, se ha tergiversado. Mientras que Freud pensaba en que nosotros mismos teníamos las respuestas que necesitábamos y que bastaba echarnos un clavado a nuestro interior, hoy en día el psicoanalista se ha convertido en el sabio que se pretende poseedor de nuestras verdades. ¿Pos así cómo? Pero la historia no paró ahí. Lacan llegó para reclamarle a Freud sus fantasías y para hacernos ver cómo es que no hay una verdad —ni en nuestro interior— única. No hay respuestas que tengamos que descubrir. Las respuestas las construimos, no son un a priori que luego se nos esconde en el inconsciente. Pero hay un chorro de trabajo que media entre el crear algo y luego creerlo. Qué fácil fuera todo si el mundo de la vida cotidiana se asemejara a un gran manicomio en el que cada uno fuera lo que cree ser. ¡Nombre!, pos nada me costaría ser superwoman. Así, ¿qué me haría la depresión? Pero no es tan sencillo, hay que darle duro y tupido si es que uno quiere ser diferente. No me queda más que seguir luchando, hasta que las condiciones estén dadas para que pueda matar definitivamente a mi serpiente. Y miren que ya hasta me pesa. Como que le he agarrado cariño, je.
viernes, mayo 27, 2005
De serpientes y escaleras
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10 comentarios:
Hay psicofármacos en el mercado que te pueden echar una mano. Si no fueras tan reticente a los medicamentos...
Lo que pasa es que creo que me alienaría aún más si confiara en una fuerza ajena a mí (llámese médico o medicamento). Voy en pos de la libertad, ¿captas?
esa serpiente la puede eliminar uno mismo ,definitivamente>>>>
¿Verdad que sí Malo?
Lo que me cuestiono ahora es, ¿para qué?. ¿qué ganaría yo con ello?, ¿una mejor vida?, ¿neta? A la mera y salgo perdiendo. Tal vez lo mejor sería no eliminarla, sino hacérmela compa. De repente esos ciclos maniaco-depresivos me ayudan a crear cosas; me hacen valorar mi entorno; es como si al hundirme (casi ahogándome) y después surgir a la superficie de nuevo, se me diera la oportunidad de respirar el aire con un placer enorme y de disfrutar los rayos del sol en mi rostro como nunca antes. Es como volver a nacer (después de una pequeña muerte) cada vez, con nuevos ímpetus. Lo cierto es que ya no estoy segura de querer matar a mi serpiente, ¡habrase visto!, je
Juega con ella; llévala contigo a todas partes; es tuya.
Yo también tengo una serpiente de ésas; la uso de abrigo, disfruto su abrazo; a veces tan fuerte que ya no respiro.
Pero cuando entiendes que no puedes prescindir de ella; puedes comenzar a disfrutar de su meláncolica compañía.
Habitante del inframundo:
Hay ocasiones en las que me pregunto, ¿qué pinche necesidad de leer la realidad tan dialécticamente?, ¿por qué todo tiene que ser negro o blanco, bueno o malo? Si te fijas, el día que comience a disfrutar el abrazo de mi serpiente, ella desaparecería. Dejaría de ser tal, para convertirse en un rico café que me gusta saborear. Y es que no hay probabilidad de que yo misma me convierta en una masoquista cuando eso ocurra, puesto que sería algo placentero, y por ende, digno de mi rechazo. El chiste es que aprendamos a aceptar lo absurdo de la vida, porque las cosas desagradables son las que posibilitan que las chidas existan también; son como la otra cara de la moneda. No se trata de que busquemos hacer agradables esas cosas que nos molestan, sino de aceptarlas tal cual y de que entendamos la función que cumplen en nuestras vidas.
Yo prefiero a la loca del sube y baja que conozco, que a una cuerda que se la pase en tierra firme. Sería muy aburrida.
No, si para describir este juego no hacen falta metáforas, ¿eda filósofo?
Me recordaste al Silvio y su rola de ¿Qué hago ahora?
¿Dónde pongo lo hallado?
En las calles, los libros
La noche, los rostros
En que te he buscado
¿Dónde pongo lo hallado?
En la tierra, en tu nombre
En la Biblia, en el día
Que al fin te he encontrado
¿Qué le digo a la muerte tantas veces llamada a mi lado
Que al cabo se ha vuelto mi hermana?
¿Qué le digo a la gloria vacía de estar sano
Haciéndome el triste, haciéndome el lobo?
¿Qué le digo a los perros que se iban conmigo
En noches pérdidas de estar sin amigos?
¿Qué le digo a la luna que creí compañera
De noches y noches sin ser verdadera?
¿Qué hago ahora contigo?
Las palomas que van a dormir a los parques
Ya no hablan conmigo
¿Qué hago ahora contigo?
Ahora que eres la luna, los perros
Las noches, todos los amigos.
Edá!!
Saludos
Mi medianoche es también mi mediodía
Gracias por la rola mi Medianoche. Exacatamente (el error fue premeditado, ¿eh?), la serpiente se ha convertido en algo así como un "bien" hallado. Y ora...¿dónde lo pongo?
Saludos
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