sábado, junio 04, 2005

Me quedé con las ganas…

Escuchando al Pirulí (¡qué romántica!), me quedé clavada con la rola homónima del título de esta reflexión. No cabe duda de que la canción tiene denotaciones sugerentes, eróticas, bueno, para acabar pronto: cachondonas. Pero, ¿qué onda con las connotaciones? Dice el intérprete al final: «me quedé con las ganas…tú bien sabes de qué». Si dejamos de lado la imagen más probable que se nos figura en la mente al escuchar eso, es decir, al Pirulí ante una chava, y nos inventamos otras situaciones posibles, puede resultar un ejercicio interesante. Yo, por ejemplo, me imaginé a mi misma ante un espejo diciendo la misma frase. ¡Ah!, cuántas cosas pasaron por mi mente. Qué ganas de regresar el tiempo y hacer todo aquello que alguna vez quise hacer y que por angas o por mangas no lo hice. Lamentablemente los “hubiera” no existen. ¿Será que todavía hay tiempo para no terminar como Borges diciendo «si volviera a ser niño…»? I hope so. Pero ¿qué pasa si llevamos el ejercicio a otros ámbitos menos mundanos?, ¿se imaginan lo que significaría esa misma frase en la boca de José Martí mientras se dirige a Fidel Castro?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"me quede con las . . "
Ganas de ganar
Ganas de perder
Ganas de olvidar
Ganas de recordar
Ganas de comenzar
Ganas de terminar
Ganas de quedarme con las ganas
La vida siempre reserva para todos un simple . . "Me quede con las ganas . . "
Y tu crees que se terminarian regresando el tiempo ?

Zihuatl dijo...

Gran Guerrero, permíteme aclararme:

Primero, no estoy diciendo que el quedarse con las ganas sea malo en sí mismo. Sólo relato un momento de mi vida en el que me hubiera gustado dar marcha atrás al tiempo para poder hacer todo aquello que no pude y que recordé en ese momento. Sin embargo, creo que ese tipo de reflexiones (cuando nos damos cuenta que nos hemos quedado con las ganas) se convierten en un motorcito que nos lleva a hacer cosas impensables, y, en ese sentido, el saber que nos hemos quedado con las ganas es algo positivo.

Por otro lado, estoy de acuerdo contigo cuando dices que "la vida siempre nos reserva un 'me quedé con las ganas»' y agregaría un ¡afortunadamente!

Con respecto a tu pregunta, no, no creo que se terminarían regresando el tiempo. Quizá sólo satisfaríamos los presentes, pero surgirían otros que hoy, dada nuestra historia personal, no conocemos. E insisto...¡afortunadamente!

Anónimo dijo...

eldomingo me quede con las ganas de hecharme un buentaco a mejor dicho unos buenos tacos, el lunes me quede con las ganas de quedarme dormido tarde y no ir a trabajar,elmartes me quede con las ganas de darle una patada en el trasero a un cliente, y todos los dias me quedo con ganas de algo ...pero hoy que es sabado nome voy a quedar con las ganas de decirte cuanto te quiero,te admiro y respeto.........

Zihuatl dijo...

Chale mi Buen Malo (qué contradicción, eda?), uno siente re'bonito con esas palabras. Gracias. Pos déjeme que le diga que es recíproco el asunto, y mucho. Y es que, en este mundo hay pocas personas como usted. Pero hablando de quedarse con las ganas: ¿se acuerda que hace muchos años yo no me quedé con las ganas de decir un "oi"?, ja,ja,ja.
Besos...muchos

Anónimo dijo...

Yo también me quedé con las ganas...tú bien sabes de qué. No sé por qué me va bien respetar la letra de la canción.
Como siempre... Nehuatl niktlazohtla.

Zihuatl dijo...

'Che filósofo, terco como las mulas. Decía el buen Nazarín que la terquedad era otra de las caras de la soberbia. ¿Será?

Anónimo dijo...

Es una elección hacer ciertas cosas y no otras. Esta elección depende de nosotros como individuos, pero el cumplimiento de las expectativas está de rigor enlazado a las condiciones que rodean el objetivo, es decir, éste se puede o no se puede cumplir aun con nuestra voluntad en juego. Por tanto, siempre existen expectativas no cubiertas, ganas no satisfechas. Tal vez lo importante sería preguntar: ¿que hemos obtenido haciendo tal o cual cosa y no otra? ¿Que ganamos negándonos a ciertas cosas? ¿vale la pena “disciplinar al cuerpo” para no darle lo que nos solicita?.
Lo lógico es que lo que no hicimos, ni emprendimos, ni permitimos, nos cause cierto grado de nostalgia y de deseo (ME QUEDÉ CON LAS GANAS), pero existe también el otro lado: es decir, lo realizado y este curiosamente tiende a ser valorado no conforme a la meta, sino por el resultado, es decir, LAS GANAS sólo serían el primer paso de su SATISFACCIÓN, etapa que al final termina imponiéndose y sirviendo de unidad de valoración del hecho y que es raro que cubra las expectativas esperadas.
...y el frustrado ¿no vino? ;)

Zihuatl dijo...

Señor frustrado:
De acuerdísimo con usted. Por centrarme en la idea de las "ganas de hacer" se me olvidó esa otra parte que son las "ganas de que ocurriera" (el llegar a la meta planteada). Lo que pasa es que me pareció más importante resaltar esa parte de la acción, porque sin ella, nos quedamos con las ganas de saber qué cosas habrían ocurrido (de haber hecho -o no- tal o cual cosa). No obstante, cuando habla de las "condiciones que rodean al objetivo", la cosa cambéa. Desde mi punto de vista, si el objetivo se frusta o la meta no se alcanza, no es porque en sí mismos (o en sus alrededores) existan unas condiciones que así lo determinan. Si se fija, la evaluación de lo que conseguimos (y de lo que no) es a posteriori, y en ella entran en juego las preguntas que le parecen fundamentales. Pues bien, en esa evaluación, conferimos un sentido a nuestras acciones pasadas y resignificamos aquello que nos ocurrió. De esta manera, leemos desde el presente nuestros proyectos de entonces y también nuestros triunfos y fracasos, sin que esa lectura esté determinada por unas supuestas condiciones que rodearon a nuestros objetivos. Claro que nuestra lectura puede considerar algo como eso (las condiciones...), pero ese "algo" ya es una construcción del que así lo concibe y no algo inherente a la meta.