Hace algún tiempo vino a mí. Por azares del destino lo hospedé en mi casa. Le abrí un rinconcito en mi habitación porque no gustaba de estar solo. Nos hicimos mutua compañía, haciendo más llevaderas nuestras respectivas soledades. Lo recuerdo echado a mis pies en las largas noches de trabajo. No se me despegaba ni cuando tenía que ir al baño. Pero un buen día se fue. Y todo aquel amor que se supone me tenía lo echó al sesto de la basura. ¿Será que los perros no son tan fieles como creemos?
miércoles, abril 27, 2005
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2 comentarios:
Si me hubieras dado la oportunidad de ser el Max, ya sabrías que no todos los perros somos como él.
P.D. No te enojes, dicen que el que porfía....
Hay una bonita frase que dice: "a palabras necias...oídos sordos".
Ya, no?
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